Durante el siglo XIX las
corrientes artísticas finlandesas -en especial el romanticismo- se
desarrollaron gracias al nacionalismo, mismo que fue estandarte de los artistas
románticos. Con la llegada de la independencia finlandesa, llegaron momentos
difíciles para el país: la ruptura de la sociedad en dos facciones y la
consecuente guerra civil, misma que trajo un ambiente de "no futuro"
para los finlandeses.
Esta
melancolía, desolación y tristeza se vieron reflejadas en las obras de los
artistas de la primera mitad del siglo XX. En ésta entrada se tratará de hacer
un análisis de algunas obras de dos finlandesas poco conocidas fuera del ámbito
europeo y que tienen varias cosas en común: la primera artista es la poetisa
Saima Harmaja; la segunda es la pintora Helene Schjerfbeck.
¿Por
qué ellas dos? La primer razón es que a ambas son contemporáneas; la segunda
razón es que en la entrada anterior analicé obras de
artistas masculinos y la tercera es la tesis de esta entrada: ambas artistas
tuvieron vidas trágicas y eso, aunado al contexto político de Finlandia,
provocaron que Saima y Helene representaran la melancolía en sus obras.
Saima Harmaja
Saima
Rauha Maria Harmaja nació el 8 de mayo de 1913 en Helsinki, ciudad donde vivió
hasta su muerte el 21 de abril de 1937. Hija del maestro en filosofía Leo
Harmaja y de la también maestra en filosofía Laura Harmaja, mostró desde
pequeña aptitudes para la poesía.
A muy
corta edad Saima fue atacada por la tuberculosis; enfermedad que mermaría su
salud toda su vida. Es en este estado,
en el que su actividad literaria se hace más intensa y en sus obras se refleja
el deseo por sanar o morir de una vez por todas.[1]
Fue
la segunda de cuatro hijos. Saima provenía de una familia importante: su abuelo
fue el senador finlandés Arvid Genetz, quien destacó por poemas de corte
nacionalista como Herää Suomi (Despierta
Finlandia), Karjala (Carelia) y Väinölän
Lapset (Los hijos de Väinölä).[2] Y la mayoría de
sus hermanos y tíos son conocidos por sus escritos, poemas y obras de arte.
Saima,
siguiendo el deseo de su padre, estudió filosofía en la Universidad de
Helsinki, sin embargo, su pasión por la poesía la llevaron a abandonar la
carrera y comenzar con su carrera como poetisa, publicando en 1932 su primera
obra.[3]
Su carrera como poetisa se inició
tardíamente, sin embargo lo prolífico de su carrera y el talento del cual
estaba dotada, la llevaron a publicar tres libros de poemas y una obra póstuma
que publicó su madre conteniendo cartas para sus amigos, así como un diario en
el que podemos penetrar a lo más profundo de sus pensamientos.
Helene Schjerfbeck
Helena Sofia Schjerfbeck
nació en Helsinki el 10 de julio de 1862, esta pintora es una de las pioneras
del modernismo, corriente por la cual es mejor conocida. A la edad de cuatro
años sufre una lesión en la cadera, misma que la marca de por vida. Gracias al gran
talento pictórico que poseía, ingresó a la Escuela de la Sociedad Finlandesa de
Arte a la edad de 11 años. Cuatro años más tarde en 1877, ingresa a la escuela
privada Adolf von Becker, donde permanece un año.[4]
A diferencia de Saima
Harmaja, Helene no provenía de una familia importante, por lo que sus estudios
los tuvo que financiar por medio de becas. Fue gracias a estos apoyos que
Helene tuvo la oportunidad de viajar a París para continuar con sus estudios.[5]
Fue aquí donde comenzó el reconocimiento internacional, con su obra La Convaleciente, misma que la llevó a
ganar la medalla de bronce en la Exposición Universal de París 1n 1889.[6]
La carrera de Schjerfbeck la
ha llevado a ser una de las artistas más importantes del modernismo finlandés,
con obras que con el paso de los años van perdiendo detalle y comienzan a ser
más abstractas. Y es que es tan importante para los finlandeses que en el 2012
el país conmemoró los 150 años de su nacimiento con una moneda de 2 euros que
contiene uno de sus tantos autorretratos.
Al final de su vida Helene
tuvo que mudarse constantemente debido a la Guerra de Invierno y a los
posteriores conflictos bélicos, finalmente en 1944, decide mudarse a Suecia
donde permanece hasta su muerte el 23 de enero de 1946.
La melancolía del arte
Para encontrar puntos de encuentro
entre ambas artistas es indispensable conocer las obras elegidas, ambas hablan
de enfermedad, ambas transmiten esa esperanza de poder mejorar o de encontrar
esa paz interior.
Ambas artistas se preocupaban
por retratar el paisaje, retratarse a ellas mismas y sobre todo de retratar su
casa. Y es que ambas artistas se autorretrataban, Saima ocupaba las palabras y
Helene ocupaba la pintura.
Tanto en la pintura La convaleciente de Helene Schjerfbeck,
como en el poema de Saima Harmaja podemos ver la añoranza por la salud, esa
añoranza por poder descansar y es que pareciera que ambas sostenían una lucha
contra sus demonios internos o contra las enfermedades que las aquejaban.
Estrellas pequeñas y dolientes
Miran hacia la ciudad.
Hoy estoy muy cansada
Mi dolor a la tranquilidad.
Una vez, hace mucho
Tuve un sueño ardiente.
En el cielo aletearon las estrellas
Encima de mi volante.
Eso estaba muy lejano.
Ahora sólo rezo,
Porque hoy pueda
Dormir un poco.
Sin embargo en ambas obras se
puede ver ese reflejo de paz, Helene representa a una niña pequeña, que bien
pudiera ser ella, que se encuentra enferma, no obstante ésta enfermedad no
aparece en el ser de la niña como un ente oscuro, es decir, la pequeña se ve
radiante, no se le mira demacrada. Bien pudiera ser la referencia a la lesión
de cadera que la afectó.
A lo largo de las obras,
ambas artistas se van separando, Saima Harmaja se mantiene en una línea
melancólica, oscura, pero al mismo tiempo con rayos de esperanza, escribiendo
acerca de su tierra, una tierra que en invierno es oscura y fría, pero que en
verano es luminosa y cálida. Helene Schjefberck cambia su estilo, deja a un
lado esa enfermedad, puesto que “su gran pasión siguió siendo pintar al
prójimo, su espíritu y su carácter.”[8]
Para finalizar, puedo
concluir que ambas artistas tuvieron muchas cosas en común, fue una enfermedad
y un talento innato lo que las llevó a tener una carrera prolífica; ambas en su
estilo, ambas teniendo en cuenta algo que es importante para el carácter finlandés:
la libertad y el contacto con la naturaleza, pero asimismo, esa melancolía que
caracteriza a los finlandeses y es que así son, justo como lo mencioné arriba:
Finlandia es una tierra que en el invierno es oscura y fría, pero en verano es
luminosa y cálida.
[1]
Petri Liukkonen, Saima (Rauha Maria)
Harmaja (1913-1937), (DE 11 de diciembre de 2013 3:45 p.m., en http://www.kirjasto.sci.fi/harmaja.htm)
[2] Estos
poemas los escribió bajo el nombre de Arvi Jännes.
[3] S.A.,
Harmaja, Saima (1913 – 1937), (DE 11
de diciembre de 2013, 4:57 p.m., en http://www.kansallisbiografia.fi/kb/artikkeli/5582/)
[4] S.
A., Helene Schjerfbeck (1862-1946),
(DE 12 de marzo de 2014, 5:54 p.m., en http://www.uv.es/capelo/Helene_Schjerfbeck.html)
[5]
Barbara Wells Sarudy, Woman Artist –
Helene Schjerfbeck (1862-1946), (DE 12 de marzo de 2014, 6:00 p.m., en http://bjws.blogspot.mx/2010/08/another-woman-artist-helene-schjerfbeck.html)
[6] S.A., Helen…,
op. cit..
[7] SaimaHarmaja, ”Sairas”, en Huhtikuu, Porvoo, WSOY, 1932, p. 13, (Traducción
del finés por Anahí Sandoval Ramos).SAIRAS I Pienet ja kärsivät tähdet/katsovat
kaupunkiin./Olen niin väsynyt tänään/tuskiini hiljaisiin./Kerran, kauan sitten/palavaa
unta näin./Taivaalla hulmusi tähdet/ylleni syöksähtäin./Siitä on liian kauan./-
Nyt minä rukoilen/vain, että tänään saisin/nukkua vähäsen.
[8] S.A.,
Helene…, op. cit.